Erase una vez un campeonato en una tierra
muy lejana, en Japón, en el verano de 2006. Allí estaban llamados los mejores
jugadores de baloncesto del mundo, los mas destacados de cada país. Y al frente
de los españoles llegó un joven Pau Gasol con ganas de comerse el mundo, y
llevar a los suyos donde nadie antes los había llevado. Intentar hacer a España
campeón del mundo de basket… un sueño imposible hasta entonces.
Y desde el principio del campeonato,
partido a partido, Gasol y los suyos cada vez ganaron mas confianza, haciendo
un juego cada vez mejor, mas vistoso, donde todo el mundo era importante e
intentaba dar lo mejor de si para que el equipo ganara. Si, el máximo anotador,
el jugador mas destacado, siempre era Pau, pero también el que mas asistencias
daba, sabedor de que, sin sus compañeros, el milagro no sería posible.
Y llegó el día de la semifinal tras un
campeonato brillante. Argentina esperaba con una de sus mejores generaciones:
Ginobili, Scola, Oberto… Temibles!!! Pero España, tras un partidazo descomunal
del equipo y de Gasol en particular,
llegó a las últimas posesiones con el partido igualado. Y entonces sucedió la
jugada fatídica….
Pau, en la penúltima posesión, tras
anotar para dejar al equipo dos arriba, se lesionaba de gravedad en un giro, rompiéndose
uno de los huesos del pie. Sabía que se había roto, y que pasara lo que pasara
no podría jugar mas ese partido… Y si ganaban, sería baja en la final siguiente…
Pero a Pau no le importó porque creía en
su equipo. Y con hielo en el pie animó a su equipo en la última defensa del
partido. Argentina falló el triple para ganar. España estaba en la final… pero
sin Pau.
El partido mas importante de la historia
del baloncesto español hasta la fecha y Pau, su jugador estrella no iba a estar.
Enfrente estaba Grecia, la mejor Grecia
de los últimos años. En España los aficionados no creían en el equipo, sin Pau
no iba a ser posible. Pero Pau si creía.
Dicen los periodistas deportivos que la
noche antes de la final Pau fue con sus muletas habitación por habitación de sus
compañeros animándoles, diciendo que se podía, que era el partido de su vida,
de la vida de todos, y que había que ganar como fuera.
Y llegó el día ansiado, el día de la
final. Aquel día todo aficionado español que se sentó delante de la tele contempló
el mayor vendaval de baloncesto que se ha visto nunca en una final de mundial.
Los españoles jugaron 40 minutos como los ángeles, barriendo a Grecia de la
pista y propinándoles una paliza histórica… sin Pau. Y cuando acabó el partido
todos corrieron a abrazarle y llevarle en volandas hasta el centro del campo,
para celebrar la victoria juntos.
“Tu nos llevaste hasta aquí, te lo
debíamos Pau”
Y mientras Pau, como le pidieron sus
compañeros, recogió la copa de campeones, a alguien se le ocurrió que esta
historia de cuento con final feliz, que tanto explica lo que debe ser un EQUIPO
y que tantas lecciones de compañerismo da, debía ser contada y cantada con
música de Coldplay. Aquí tenéis ese video de homenaje.
Espejos en los que mirarse. Grandes
jugadores no sólo hacen grandes números, también hacen grandes equipos.
No juegas EN Selaya. Juegas PARA Selaya.
Vamos Selaya!!!
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