Será difícil.
Has dormido mal. Sabes que hoy hay partido importante. Te
pasa casi siempre esos días.
El desayuno entra con dificultad. Y tus padres… “¡Come
anda!, ¡que se te va a hacer la hora de marchar!”
Será muy, muy, muy difícil.
Vas a tu habitación. Mamá dejó el equipaje preparado, como
siempre, sobre tu cama.
Piensas en tu rival. Son muy fuertes, muy rápidas, tiran muy
bien.
Será casi imposible.
Coges la camiseta con tu dorsal. El equipaje es viejo y los
bordes están gastados. Otras la usaron. Otras cargadas de sueños, de ganas,
de cariño por su club… Al número de la
espalda le falta algo de tinta. Pones la cabeza en su interior y dejas que
resbale por tu cuerpo.
El espejo de tu habitación te devuelve tu silueta vestida de
rojo y blanco, con el escudo del club en tu pecho, a la izquierda, donde
siempre te han dicho en el colegio que está tu corazón, donde le sientes latir…
Y piensas….
“Ellas son buenas….
…
…
…
…
…
…
Nosotras también.”
Y si, será difícil… pero ya no parece imposible.
Coges el móvil y ves los mensajes de tu gente apoyándote,
del club, incluso de tus compañeras de equipo…
Y la cabeza sigue bullendo… “No, no es imposible… Es
posible. Y si es posible es competible. Y si es competible nos van a tener que
ganar, y van a tener que poner mas que nosotras, que nos vamos a dejar el alma
en el campo…”
Coges tu mochila y sales de tu habitación. Te despides de
tus padres, que te desean suerte y te dicen que estarán animando en la grada.
Tu sonries.
Hoy hay partido importante. Juegas para Selaya.
Y tu sonries.
Vamos Selaya!!!
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